L'Après-midi d'un faune Malandain / Debussy


Un fauno descansa sobre una roca cuando aparecen unas ninfas. Intrigado, las  observa y brinca cerca de ellas. Las ninfas se asustan y huyen. Todas menos una, que se deja cortejar. Cuando el fauno intente atraparla, la ninfa se aleja dejando caer un velo de seda. El fauno le recoge, lo lleva a su roca y se abandona a él como en un acto de amor.

Del argumento recuerdo fundamentalmente el deseo del fauno y la expresión de su sensualidad en el sueño y el fantasma. Mi propuesta no hace referencia a la Grecia antigua ni a sus paisajes silvestres, por lo que la roca el la que se refugia ya no es el túmulo pintado por Léon Bakst sino una caja de pañuelos de papel. Debido al carácter trasgreso de la coreografía y, asimismo, a los gestos de « bestialidad erótica » efectuados por Nijinski, la primera representación fur interrumpida por el barullo causado por el público. Ese placer carna es la esencia misma de la obra : al igual que el original, mi fauno evoluciona en un mundo fantasmagórico y sensual. Salvo que no se trata de una criatura legendaria, mitad hombre, mitad bestia, sino de un joven solitario que vierte su deseo sobre un recuerdo borroso del amor.

Thierry Malandain


creado el 21 de enero de 1995
a l’Esplanade de Saint-Etienne

música Claude Debussy
coreografía Thierry Malandain
decorado y vestuarios Jorge Gallardo
diseño de iluminación Jean-Claude Asquié

duración de la obra íntegra 10’

ballet para 1 bailarín



« Thierry Malandain tiene catorce bailarines fantásticos, que hacen legible y dinámica su mezcla curiosa de movimientos idiomáticos y clásicos. […] Cuando un coreógrafo pretende releer un ballet muy conocido, lo mínimo que uno espera es que la obra esté a la altura pero, asimismo, que ilumine la lectura original dotándola de una nueva dimensión. Jérôme Robbins preparó el camino en su Preludio a la Siesta de un fauno de 1953, ubicando al fauno de Nijinski en un estudio de danza. Thierry Malandain también lo logra, fundamentalmente porque su enfoque del autoerotismo masculino evoca el tema original y le da cierto carácter espiritual. En su papel como fauna, Christophe Roméro ofrece una prestación sensacional. […] A pesar de ciertas reservas, el Ballet Biarritz es una compañia a seguir, por su gran potencial. »

The New York Times, Anna Kisselgoff, 7 de noviembre de 2002

« Cuántas veces no habrá pensado un crítico de danza, al ver el comienzo de un espectáculo : « ¡Oh no, otra vez no ! », para terminar gritando « ¡ Una gran velada ! » Ése fue el caso del Ballet Biarritz. […] Una versión del fauno cuyo concepto es divertido. Jérôme Robbins ubicó al suyo en un estudio de danza […] Malandain ha elegido un decorado aún más sorprendente – una cuja de pañuelos de papel -, sobre la que « su fauno » se excita. Y excitar, se excita. Se exprime y se estira cada tendón hasta su límite estético […] su caída final constituye un final sorprendente para ese viejo caballo de batalla. […] »

Backstage, Phyllis Goldman, noviembre de 2002

« El martes por la noche el Ballet Biarritz presentó un programa chic y sexy basado en los Ballets Rusos legendarios. […] La relectura más lograda es el fauno, debido a su coreografía sorprendente, al espíritu de sus alegorías y al carisma – vale, al aspecto carnal – de Christophe Roméro. »

Newsday, Sylviane Gold, 8 de noviembre de 2002

« La siesta de un fauno es un prodigio de sensualidad, por su delicadeza en el interior de la fuerza del bailarín. […] Bravos, una ovación de lujo para el Ballet de Biarritz. »

Diario de Noticias, Teobaldos, 5 de diciembre de 2002