La relación entre ser humano y naturaleza fascina e inquieta a Martin Harriague. De eso que él evocaba en sus últimas creaciones (Sirenas, Fossile, Serre) -el renacimiento del viviente, su fuerza, la lucha por su supervivencia-, la obra iconoclasta y genial de Stravinsky para los Ballets Rusos contiene todo; y más. Por muchos motivos, la Consagración era una avanzada “revolucionaria”, tanto por su coreografía de Nijinsky como por su partitura. Harriague decide apropiarse del mito respetando la intención original del compositor: ilustrada por un rito pagano, “es la sensación oscura e inmensa en esa hora en la que la naturaleza renueva sus formas, y es el desconcierto vago y profundo de una pulsión universal”, precisa Stravinsky en un artículo que Martin Harriague ha tomado como referencia (CND, revue Montjoie, 29 de mayo de 1913). Jacques Rivière, director clarividente de la NRF, hablaba en la época de un “ballet biológico”: “la primavera en su esfuerzo, en su espasmo… Uno podría
creer estar asistiendo a un drama de microscopio”. El martilleo rítmico complejo que confiere a la obra su fuerza salvaje y amenazadora conviene al lenguaje corporal de Martin Harriague, explosivo y terrícola. Debido a que la música se lo dicta, en esta ocasión renuncia a todo lirismo gestual; se concentra en el poder expresivo del movimiento primitivo y de las figuras fractales en las que el grupo de repliega, despliega o contrae como el viviente resurgido, se mueve por el camino antes de estallar. A Nijinsky, que osó romper de forma transgresiva con el lenguaje clásico, Harriague debe el pateo de los Augurios primaverales que “marcan, con su paso, el pulso de la Primavera”. Las referencias al ballet original terminan ahí, pero toda la obra entera es testimonio de la voluntad de valerse de la expresividad de la música para escenificar la visión de Stravinsky, expresividad musical especialmente impactante bajo la batuta de Teodor Currentzis. Físicamente, se experimenta la energía salvaje y el pavor intemporal de ese grupo confrontado a la violencia del viviente, purificado por el rito. Se percibe la brutalidad y la necesidad de la ofrenda final de la elegida, principio femenino que encarna la energía de la primavera, la savia, pura y sana, que se alza, alegoría del viviente que se eleva
hacia la luz.
Nuestro agradecimiento a Nuria López Cortés, artista coreográfica.
Música y argumento Igor Stravinski
Coreografía y escenografia Martin Harriague
Diseño de iluminación François Menou et Martin Harriague
Diseño vestuario Mieke Kockelkorn
Realización vestuario Véronique Murat, Charlotte Margnoux
Realización escenografia/atrezos Frédéric Vadé
Coreógrafo asistentes Françoise Dubuc, Nuria López Cortés
PRE-ESTRENO
11 de septiembre 2021 de Biarritz • Festival Le Temps d’Aimer
ESTRENO
28-29 de septiembre de 2021 Alès • Scène nationale Le Cratère
CREACIÓN
4 > 12 de noviembre de 2021 Paris • Chaillot - Théâtre national de la Danse
Coproducción
Donostia Kultura - Victoria Eugenia Antzokia -Donostia / San Sebastián (Espagne) – Ballet T, Chaillot-Théâtre national de la Danse – Paris, Théâtre des Salins, Scène nationale – Martigues, Le Cratère – Scène nationale Alès, Opéra de Reims, La Rampe – Scène conventionnée Echirolles, Opéra de Saint Etienne, CCN Malandain Ballet Biarritz
Colaboran
Théâtre Olympia d’Arcachon, Le Parvis - Scène nationale de Tarbes Pyrénées, Théâtre de Saint Quentin-en-Yvelines - Scène nationale, Festival de Danse Cannes - Côte d’Azur France
Ballet para 19 bailarines
Duración 35 minutos